sábado, junio 25, 2005

las cosas que brillaron en barna (versíón extendida de Lins against Barna)

- el famoso caballo giratorio.
- los iris inclasificables de La Serda.
- el séptimo piso de París- Aribau.
- los piropos al ir de la mano de La Serda.
- la reproducción íntegra del sketch del cócodrilo pornográfico de B y La Serda.
- el caballo tostao del parque de la Ciudadela.
- la persecución absurda del camello paranoico por el gótico.
- el cesped del maremagnum.
- la mesa y la aguja.
- MI vaso.
- el pisotón.
- la rociada con Glassex.
- la camisa blanca del Josep.
- el Sari.
- Gotiquear de tu mano.
- la plaza del rei, un dia y dos y tres...
- los abrazos esperados
- el abrazo personalizado (alrevés)
- las rociadas de Gaultier.
- Miss Kittin.
- los abrazos espontaneos_viva_el_amor en el SONAR. (¿por qué nadie me abrazó, solo me empujaron?)
- tus pantalones blancos.
- la pulsera jeviorra que me regaló Grani.
- la pulsera del chino que tanto costo poner (y tan molesta es, la jodía)
- el bar con cojines para estirarse donde bebimos el Bloody Mary.
- el lio para atar los cordones de mi camiseta.
- los bancos para tres.
- los proyectos de B. sueltos por los parques de Sants.
- el pateo.
- la vista desde Montjuic.
- el otro piropo en Enric Granados.
- los porros.
- la super increble máquina de coser.
- el calor, los vestiditos, las minifaldas, el salir sin chaqueta.
- el perro sodomizado (o incluso fistfukinizado): (viles leyendas)
- las palomas kamikazes de plaça catalunya.
- los bollos rellenos de nocilla al volver del SONAR.
- perderse en el borne con un guía que vive allí!!!! maldito cabrón, le echo de menos.
- deshazte visión perversa.
- me pillaron en bolas :$:$:$:$
- las sandalias que se desataban solas (dos millones de veces durante el mismo dia)
- el pato de bañera.
- "I'm so excited"
- Horror, primera noche y amarillo.
- el SONAR.
- las ganas de volver y volver y volver...

martes, junio 21, 2005

Lins Against Barna

Que bonito...
El viaje en tren fue aterrador, como siempre. Me metí dos pastis y dormí como una osa, pero seguro que fue un viaje interminable porque lo he hecho suficientes veces para tener una opinión sólida.
Nada más llegar me encuentro un Serdo atolondrao, con las legañas pegadas y desorientado buscándome (o mirándole el culo a alguna, vaya usté a saber con esta juventú)
Con esta bonita costumbre que tiene la gente de ciudá de decir "vivo aquí al lao" me lleva a quince kilómetros de la estación de Sants (yo sigo convencida de que me hizo dar varias vueltas en círculo solo pa putearme) y me brinda su portal para cambiarme y ponerme un atuendo que vaya con el clima (wow!! me encantan las minifaldas, ou yeah)
Después de comerme media "Granja" y de que me repasaran los pies con Glassex (ya ve, que atentos estos barceloneses) nos vamos al primer parque, en las Corts, a inaugurar mi breve estancia en la ciudad con: un porrito.

De primera...

En nuestro periplo por parques y jardines fuimos al Parque de la Ciudadela que es realmente bonito a pesar de que algún maldito loco te pise y las fuentes se te revelen y te escupan a la cara.

Recibimos una llamada de la ex-carva. Lo coge Serdo. Oigo que dice:

-¿pero ya se está quejando?

la vida es así, te reciben, te marean, te pisan y se quejan de que te quejas.

No podré olvidar tampoco la increible visión del famoso caballo giratorio de Barcelona. Aún me froto recordándolo.

Menos mal que quedaban parques y porque yo lo valgo fuimos al Palau Reial, nada menos que donde celebró su bodorrio la infantita.
Después de comer fui a establecer mi campamento base en París-Aribau, saludé a mi grandísimo amigo Sixto, me puse supermonísima y quedamos por fin con la ex-carva en Diagonal-Paseo de Gracia.

Noche de THC, reencuentro y cariño.

Al dia siguiente fuimos de nuevo a descubrir nuevos parques donde drogarnos, pero como estabamos vagos y hacía mucho calor subimos unas pocas escaleras (mecánicas) de Montjuic y nos acercamos al Palau San Jordi, donde Miguel Bosé hacía gorgoritos para probar el sonido.

Llegué relativamente tarde a cenar con mi ex novio. Estaba tan guapo que me temblaron un poco las piernas, fue delicioso volver a verle y tuvo la buena idea de quedar en el gótico, con lo cual al salir me uní a mis dos zorritas polacas y nueva noche de THC, amor y Faemino y Cansado.

El viernes estabamos aún más vagos y fuimos a un miniparque de Sants hasta que fue hora de ir al aeropuerto a buscar a mi marido que llegó de Oporto tras innumerables persecuciones con las compañias aereas y mensajeras (MALDITOS).
El dia terminó en una discoteca Jevi, con unos impresentables y con el regalo de una muñequera de pinchos y el estómago lleno de churros cubiertos de chocolate en Marina.

El sábado fue un día matrimonial, compras, callejeo por el gótico y regalos. Luego THC, zumito y Vodka y preparación mental para asistir al SONAR.

El SONAR es un festival de chunda-chunda. Para ir (se celebra en la Fira de Barcelona, en Zona Franca; da mucha alegría pasar por delante del cementerio, sobre todo con resaca y un conductor de autobús kamikaze) cogimos un atobús en Drassanes que nos dejó con toda la mezcla del porro en la mano justo en frente de unos guardias de seguridad. Cuando bajé no sé si tenía más pinta de sospechosa por esconder droga o por parecer que escondía un arma.

El SONAR fue muy alucinante, me flipó mucho una cortina de graves que ponían entre los dos pabellones para que la música no se pisara. Lo mejor fue la sesión de Miss Kitiin y además quedará la posteridad que fue el sitio donde me hice un porro pegando verdaderos botes. A las siete de la mañana me daban ganas de llorar por el dolor de pies y la falta de drogas más fuertes, porque apetecía seguir bailando, pero el cuerpo no me respondía.
Dejamos a la Serda en las Ramblas y nos comimos un bollito de esos que saben a gloria. Llegamos a casa a las nueve y media.

El domingo fue un mal dia. Despedidas, agobios y malos rollos. No me gusta marcharme, no me gusta dejar Barcelona.

sábado, junio 11, 2005

Les gustarás...

de la serie: "GUEST STARS PO LA HARINA SEXYSFASHION"
con la inestimable colaboración del muchacho con los rizos más bonitos que el maldito Bisbal: Latro.

- "Digas lo que digas me parece que es pronto para que conozca a tus padres, Isabel."
- "¿Por?"
- "¿Cuánto tiempo llevamos saliendo?"
- “Casi tres semanas."
- "Pues por eso."

La chica se limitó a mirar por la ventanilla mientras su acompañante, tras la enésima vuelta a la manzana, encontraba un hueco para el coche y lo aparcaba.

- "Vamos... ¿qué más da? No te van a comer, son gente muy simpática que te caerá bien. Además, me hace ilusión..."
- "Pues a mí no. ¿Les caeré bien yo a ellos?"
- "Seguro que sí. Y lo de la botella ha sido todo un detalle."
- “Gracias.”



- “No querría que pensaran que lo que quiero es impresionarles con un vino caro."
- "¡Carlos, relájate! Es sólo una cena.”

La pareja mantenía esta conversación mientras salía del coche y entraba en un portal. En el ascensor Isabel se pegó a su novio y le mordisqueó cariñosamente una oreja. “Les gustarás, estoy segura.” El sonrió, y la besó.

El ascensor llegó a su destino, e Isabel llamó a una de las puertas del rellano.

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El padre de Isabel era un hombre alto y de recia complexión, mirada dura y gesto serio. Recibió a los jóvenes en la puerta, un abrazo para su hija y un firme apretón de manos para Carlos. La madre de Isabel apareció poco después, una mujer con el pelo rubio y rizado, alegres ojos azules y aspecto simpático.

Como tenía mucho que hacer desapareció rápidamente. Su hija la acompañó, dejando a su novio en compañía de su padre y silencios incómodos.

- “Así que tú eres el famoso Carlos, ¿eh?”
- “Supongo… supongo que sí.”
- “Hum...”



- “¿Y a qué te dedicas?’”
- “Estudio Derecho.”
- “Eres muy joven.”
- “Bueno, cada vez menos ja ja ja.”
- “Mmm… ja.”



- “Disculpe, ¿dónde está el servicio?
- “La última puerta del pasillo.”
- “Gracias.”

Carlos respiró aliviado mientras abandonaba el salón. Al pasar frente a una puerta entrecerrada oyó a Isabel hablando con su madre, y sin poder evitarlo se paró a escucharlas.

- “… bel, sabes que a tu padre no le hace gracia que sean tan jóvenes.”
- “Mamá, las preferencias de papá al respecto dejaron de importarme hace tiempo. ¿A ti que te parece?
- “Está en forma, y es guapo. Además, en el peor de los casos siempre será mejor que el arquitecto que trajiste la última vez.”

Mientras madre e hija estallaban en carcajadas Carlos entró en el baño. ¿Qué arquitecto? Isabel no me ha hablado de ningún arquitecto. Se lavó la cara y se obligó a sonreír a su imagen reflejada en el espejo del lavabo. Esperó a que Isabel y su madre entraran al salón, y entonces salió del baño y fue a reunirse con ellas.

- “¿Qué cenaremos esta noche, Sra. Blázquez?
- “Es una sorpresa. Y por favor, llámame Carmen.”
- “Estupendo, me encantan las sorpresas.”
- “Seguro que sí. ¿Te apetece tomar algo?”
- “Una cerveza estaría bien… Carmen.”

Isabel empezó a enseñarle algunas fotos de su familia, y poco después volvió su madre con una bandeja con bebidas y aperitivos. Estuvieron charlando durante un rato, y Carlos empezó a relajarse: estaba pasando un rato agradable y hasta el padre de su novia parecía haber adoptado una actitud cordial.

Pero poco después empezó a marearse. Se levantó para volver al baño, y el pasillo pareció alargarse hacia el infinito antes de que perdiera el equilibrio y cayera al suelo.

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- “Bueno, ¿os ha gustado?”
-“Delicioso hija, de-li-cio-so.”
- “Un vino excelente, no hay duda.”
- “No te he preguntado por el vino, papá.”
- “Sí, de de acuerdo… me ha gustado. Mucho mejor que el último que trajiste, por supuesto: nunca había probado una carne tan mala.”
- “Papá, eres insoportable.”
- “Isabel, a estas alturas deberías saber que tu padre es un maniático.”
- “Me da igual, esta vez me llevo lo que ha sobrado a mi apartamento.”

publicado por Latro, en forotroncs.com el 04/06/05

sábado, junio 04, 2005

hace calor


A veces me gusta sentarme en el parque y mirar las ventanas de los edificios que desafiantes se irguen ante mi. Me gusta pensar en que secretos se esconden tras esas ventanas, que oscura cotidianeidad se ve enjaulada tras esas cortinas.
La ciudad solo sabe un pequeño porcentaje de la vida de los que la ocupan. La ciudad ignora cuales son las verdaderas entrañas de si misma.
Me gusta sentarme sola en el parque y mientras el tabaco me va fumando imaginarme que detrás de la ventana del segundo B una anciana tiene sobre el televisor una foto casposa de Dolores Ibarruri que sigue escondiendo cada vez que suena el timbre de la puerta y después de abrir mil cerrojos y dos cadenas se encuentra al cobrador del gas o del teléfono; jovencito sin ideales que no tiene ni idea de lo que fue pasar una guerra al lado de Durruti, sin nada que llevarse a la boca ni manta para quitar el frío. Que la vecina de al lado, la gastada joven divorciada, se ha propuesto en la frontera de los cuarenta, vivir una segunda primavera que el franquismo le negó, y sigue comprándose ropita ajustada y pintándose como si tuviera veinte años, pero veinte años atrás, y cuando sale a la calle y los obreros la llaman “jamona” piensa que aún le queda tiempo de rehacer su vida junto a algún hombre que al final resulta ser, como todos, un cantamañanas que solo quiere pasar por su cama y levantarse antes que las sábanas adopten la forma de su cuerpo y si se queda con ella es para chuparle su triste sueldo de cajera.
¿Que se esconde tras esos muros de hormigón? ¿Está en su dulce camita el pequeño Dani durmiendo a pierna suelta porque hoy ha jugado mucho o porque su madre le ha dado otra paliza cuando se le acabaron los tranquilizantes y las ganas de aguantar a un enano de cinco años pasada la treintena? Mientras mira cualquier programa y espera que su marido cierre el bar, esa triste tasca por la que ella dejó su carrera de bellas artes y a la que no se puede acercar sin sentir el viento helado en las venas del que desea ser alguien y solo es uno mas. ¿Y que culpa tiene el enano? ¿Por qué tuvo un hijo para salvar un matrimonio roto hace tiempo? El Valium apenas consigue empañar ya tantas preguntas.
¿Es verdad que la luz de la oficina que queda hasta la madrugada encendida es porque el joven ejecutivo adelanta trabajo para ascender o es el jefe de departamento que está probándose el conjunto de Playtex que se compró diciendo que era para un regalo? A veces se mira en el espejo con las ligas y las medias rojas y siente ganas de vomitar. La ciudad esconde en sus alcantarillas los despojos humanos, las cortinas solo los disimulan.
Me pregunto si la gente que pasa por delante de mi cuando estoy sentada en el parque es tan normal como aparenta o guardan bajo la gabardina una montaña de perversiones y crímenes inconfesables. Lascivia, adulterio, voyeurismo, alcoholismo, tendencias asesinas, drogadicción, hurto... ¿es la señora del cuarto una señora más o menos maruja o una asesina en potencia?. Aquella que sacude las sábanas en la ventana de su piso de protección oficial ¿cuando era joven y estaba en el pueblo fue capaz de matar con la hoz a su hermano para quedarse con la herencia o fue un accidente?
¿Esconde el presidente de la escalera un atropello con fuga ante el delito cuando estaba borracho como una cuba? ¿Va el respetable director de la Caixa a putas una noche si y otra también porque el pellejo que tiene como esposa no puede resistir las nauseas cuando el la toca?
La ciudad es un gigante que fuma decía Ariel Rot, no quiere mirarse el ombligo, no se descubre a si misma porque no quiere reconocer que hay mas ratas en la superficie que en las cloacas.
La noche cae mansamente sobre Vetusta, las temperaturas empiezan a bajar y el aire se hace más denso por todas las calefacciones que eructan sus gases al cielo sin estrellas. Un gato callejero rebusca en los cubos de basura junto aun mendigo que pernocta en el portal de las viviendas que se construyeron en aquella España donde comenzaba a amanecer y el vecino del cuarto de ese mismo edificio; calvo, bajito pero con dos cojones como todos los que hicimos la mili por devoción, (y en Ceuta) recuerda aún con sus compañeros de la Falange Española Auténtica cuando no están demasiado borrachos o han salido de excursión a quemar vivo a un inmigrante
Los observo a todos desde el banco del parque, en zona neutral mientras espero pacientemente que llegue Juan y quizás terminar siendo como cualquiera de esos solitarios rodeados de gente que comparten calefacción y hueco de la escalera en algún mugriento edificio construido hace demasiado tiempo en algún lugar de una ciudad cualquiera que no tiene aún ganas de reventar.


escrito con 19 o 20 años. ganó un premiecito sin importancia.