jueves, febrero 28, 2019

Hace años tuve un novio.

Hace muchos años yo tuve un novio.
Un muchacho brillante, tanto que su luz me dejaba en sombra y con el deslumbrón yo no veía nada bien, pero me conformaba con ir a tientas.
Aquel muchacho brillante era un gran cobarde. Engañó a su novia y me puso de pantalla, estuvo muchos meses intentando no perder su relación con ella, pero cuando me perdió a mi no lo intentó nada. Tampoco tenía nada que rascar, pero demostró una inmensa hipocresía en sus teorías sobre vínculos y relaciones.
Yo tuve que dar el paso de hablar con ella, que me ponía a parir en todos los foros que tenía disponibles, que me insultó, me despreció y me desprestigió sin ningun miramiento, aún sus palabras cargadas de odio siguen en internet.
Cuando rompí con él me sentí incapaz de seguir siendo amiga de ella, primero porque después de comprobar la bilis de la que era capaz no me daba ninguna confianza y luego porque ella no estaba preparada para asumir que él era un verdadero mierda. Creo que nunca lo aceptará. No me da ninguna pena.
Al novio brillante lo maltrataba su madre, que era una déspota, su hermano, que era un espabilado y un abusón. Así él siempre tenía posibilidad de ser una víctima, de escudarse en la mala vida que había llevado y en lo mucho que merecía un amor infinito.
Tiempo después empecé a descubrir cosas, a notar pequeños detalles, a fijarme en comentarios, actitudes...
El muchacho brillante, tan dulce, trabajador y bueno era la persona más dañina que me he cruzado jamás. Con una habilidad increible para hacer que sus limitaciones no se notaran, para disimular su infinita flojera y su enorme vacío interior. Para que no se notara que era un niño mimado y tremendamente rencoroso que se creía superior a mi, a todos, imagino, pero que conocía muy bien como utilizar mis propios puntos débiles para volverlos en mi contra.
Cuando estaba con él conocí a otro y lo engañé, lo engañé mucho tiempo hasta que cuando me pilló ví la oportunidad y salí corriendo. Jamás me arrepentí, sigo pensando que conocer al otro fue lo mejor que me pasó en la vida y siento que si esa relación hubiera seguido sería ahora una piltrafa humana, una pobre mujer a la sombra de un pobre machito manipulador y débil que lograba siempre utilizar la fuerza de los otros para simular la suya propia.
Hace algunos años intentó acercarse a mi, pero como el que no quiere la cosa y le paré los pies de golpe, incluso aproveché para devolverle un libro que odiaba que me recordara.
Hoy sigo sintiendo que es una persona muy peligrosa, sigo sintiendo que ese momento de mi vida, que superar esa relación fue lo más positivo que he vivido. Sigo sin saber nada de él, no me interesa en absoluto, no tengo ni un sólo recuerdo bueno, no me aportó nada. Pero cuando veo noticias relacionadas con la violencia de género pasiva, con la manipulación, con el desprecio, con la soberbia, no dejo de recordarlo y sentir una punzada de asco.
Además era una persona muy retorcida, buscaba en internet las opiniones que de él dieran los demás, tenía un Ego inabarcable y creo bastante posible que, aunque hayan pasado diez años, se pase por aquí a ver si le nombro (igual que su ex, que también de ideas retorcidas iba bien).
Y si, le nombro. Que tío más málo, que pena haberle conocido, que bien que el tiempo aleja de nosotros aquello que sólo nos quita vida, que pena que lo único que me queda de aquellos cuatro o cinco años es un sabor en la boca a vómito.