lunes, abril 04, 2005

el demonio de Ripy

De todos los seres vivos que pululan por la tierra, el hombre es el único capaz de Pensar. Este Pensar (no confundir con el simple pensar con minuscula) implica no solo una manipulación abstracta de los elementos que percibimos y recordamos, sino también la consciencia de realizar tal acto.

Esta consciencia da lugar a la inteligencia que tanto admiramos. Antes de actuar podemos pensar, calcular y decidir si la acción llevada a cabo nos conviene o no. Más aún, podemos decidir no solo en base a recompensas y castigos sencillos (tales como placer/dolor, que acaban interiorizandose) sino también en base a complicadas abstracciones filosoficas y éticas. Cuanto más pensamos, más abstracción conseguimos y, por ende, mejores decisiones. Las más optimas, las más profundas, las más satisfactorias de un modo global.

El problema a la hora de pensar está en las mismas limitaciones humanas: tiempo limitado, conocimiento limitado, una única oportunidad para vivir y unas consecuencias que lo son todo o lo son nada, todo depende del marco en que las veamos. Como decia Kundera, el drama de unos es la levedad, mientras que el de otros es el peso.

La levedad de decidir desemboca en la frustración de una sucesión eterna sobre la que no somos capaces de influir.
El peso de decidir desemboca en la responsabilidad sufrida por tener que influir sobre un suceso que jamás habrá de repetirse.

Ambas cosas son verdad. Y Pensar, que es la herramienta por excelencia del género humano, se convierte en una trampa cuando acaba amordazando nuestro cuerpo, nuestra actividad.

Mi demonio se llama INDECISION


(escrito por Ripy el 08/09/04)