sábado, marzo 26, 2005

caleidoscópico

he ido al zapatero. que hombre tan interesante. edad indeterminada (sobre sesenta y tantos), gafas de pasta, calvicie evidente, tremenda panza... en su taller reinaba un caos ordenadísimo, casi no cabía su panza entre la maquinaria y el mostrador, tenía una singer para coser el calzado que se me caía la baba. me contó que había empezado a arreglar zapatos a los 50 años porque era chapista y lo tuvo que dejar por problemas en las rodillas... trabaja de pie, claro, es de esa gente que no saben vivir sin trabajar; como mi padre, como mi abuelo, como yo...
me encanta cuando puedo ir conduciendo con la ventana abierta y me entra el débil calor del sol. ponerme la música alta y vigilar las revoluciones en el salpicadero. que rabia cuando la música te habla y te dice cosas que no quieres escuchar. se te mete por los oidos y se va al torrente sanguineo, a revolverte el alma, a colarse en rendijas que creías haber cerrado ya, que querías cerrar, que no quieres mirar... y la música sigue y sigue, y le doy al repeat y cada vez que suena no lo puedo evitar, no lo puedo evitar... no, i can't outta my mind
es confuso, controlable, pero me da rabias. sentir que te falta una parte de ti y que si decidieras olvidar lo conseguirías, pero no quieres olvidar, no sabes bien por qué, solo que no... aunque el recuerdo no esté presente nada más que en determinadas ocasiones, aunque no te despierte por las noches y te desasosiegue, aunque puedas respirar, aunque no te impida volar, caminar, amar... pero no, que rabia, que rabia me da.
me apetece mucho ir a Barcelona, meterme en una de esas discotecas que dan vértigo, decir hasta luego lucas, tancar els ulls y dejarme llevar.
despertarme al dia siguiente en mi cama, en mi hotel, en mi piel, pero tras una catarsis de house, de alcohol, de risa, de desconexión.