miércoles, agosto 30, 2006

conversaciones carcelarias.


mi mitad
mi contrario
mi costilla
mi marido
además de tener cienes y cienes de virtudes
escribe muy muy bonito.

relájese y disfrute ;)


"Y recuerde. No hay mal que cien años dure. Excepto en su caso, claro"

Con esta irónica sentencia y un sonoro golpe de gong daba comienzo la jornada, primera de la condena de cien años y un día (incluyendo bisiestos) que habría de cumplir el señor Julian González, taxista de profesión y humilde padre de familia que tan solo unas horas antes había fallecido camino del hospital madrileño de La Paz, después de que un camionero se hubiera saltado un semáforo averiado y le hubiera arrollado. Su delito, unos cuantos pecados menores (principalmente palabras malsonantes y blasfemias proferidas durante la jornada laboral) y un incontable número de faltas_por_omisión que se solían saldar con el redondeo a la sentencia favorita del juez celestial de cargo, ya citada.

Como se ha dicho, solo hacía unas horas que Julian estaba vivo y preocupandose por la multitud de insignificantes detalles que constituyen el día a día; el precio de la gasolina, el destino de las vacaciones, las notas de su hijo Luis (el mediano), los discursos de Jimenez Losantos en la radio... de hecho, en parte había sido por causa de una de sus arengas que Julian desviase unos segundos la atención de su lado izquierdo y no hubiera visto venir al camión, aunque de todas formas poco habría podido hacer más que encomendarse a dios. No es que hubiera servido de mucho, pero algunos abogados celestiales avezados solían enarbolarlo como atenuante para la condena que -no nos engañemos- TODOS terminaban cumpliendo en mayor o menor medida.

Con la sorprendente lucidez que otorga librarse de golpe y porrazo de todas las distracciones terrenales, Julian había pasado la clásica etapa de negación y ahora se lamentaba por su mala suerte... "Mierda, quizás no fuera muy religioso, pero daba mis impuestos a la iglesia, y en la comunión de Pilarita comulgué y todo. Si tan solo hubiera llegado vivo al hospital, me habrían dado la extremaunción y me habría ahorrado todo esto. Mierda y mierda"

"No te creas" -le comentaba su compañero de taller, un filosofo de finales del siglo XIX cuyas opiniones acerca de dios como invento social le habían valido 512 años de trabajo forzado- "con la corrupción que hay hoy día en el mundo, los sacramentos y sacrificios de religiones diversas apenas sirven para recortar un poco las condenas. De hecho, tan solo hace unas semanas que Juan Pablo II salió de aquí, y eso que venía hasta arriba de cartas de recomendación..."

"Mierda, mierda y mierda"

Las palabras se perdían en la infinitud de la galería en la que se encontraban, tanto ellos como otros millones de almas concentradas en diversas y repetitivas tareas de ensamblaje junto a maquinaria que, si bien tenía un aspecto de lo más sofisticado, también parecía no haber sido reemplazada en varios siglos.

"Este sistema está corrupto, te lo digo yo..." - comentaba el filosofo, cuyo nombre extranjero se le había olvidado a Julián -"se supone que un purgatorio debería ser el sitio donde las almas se purifican antes de pasar a la otra vida ¿no? pero aquí no nos dicen nada de qué hay después de esto. Así que los religiosos de una y otra confesión siguen discutiendo incluso tras la muerte. Los budistas creen en una reencarnación posterior, los cristianos (con mucho estupor) en el paraiso e incluso hay quien piensa que hemos sido abducidos y clonados por extraterrestres... ¡hay que ser idiota! ¡pero si no teneis cuerpo, imbéciles! En mi opinión, que después de esto no hay nada. Pero nada de nada. Creo que la única razón de ser de este sitio es que el universo es una chapuza y se necesita mano de obra extra. Y claro, como los querubines salen muy caros y además se sindicalizan, pues vamos a cosechar almas humanas, que cada vez hay más y llegan a paletadas. Además... oye, ¿te aburro?"

"No, no...". Julián se había quedado pensando otra vez en lo de los cien años. Que cantidad más redonda y, a la vez, que grande. Tenía que pensar en lo que había vivido (que se le hacía mucho. No, más bien se le hacía todo) y multiplicarlo por dos, y aún así todavía le quedarían unos años por cumplir. Un siglo entero...

"Oye, tampoco te quejes. Mirame a mí... además, tú tienes hijos así que con suerte les verás cuando vengan. Y a tus nietos seguramente también. Un siglo pasa enseguida. Y cinco, en la escala en la que nos movemos... pues también, para que negarlo. Mira tú a los asesinos, terroristas y políticos varios, que cumplen condena por varios milenios. Y aun ellos, acaban saliendo de aquí. ¿que son unos miles de años comparados con la edad del universo? Claro que, si quieres mi opinión, para mí que ni dios (o quien quiera que sea que esta al cargo, no con mucha eficacia por cierto) ni el garito este que tiene aquí montado van a sobrevivir eternamente. Ni siquiera al universo. Si no, ¿de qué nos iban a tener aquí ensamblando átomos y empujando generadores de gravedad? Esto se hunde, amigo, te lo digo yo... Pero con suerte, será cuando tú y yo hayamos salido de aquí. Sobre todo tú, que cien años pasan volando. ¿sabes? Deberías fijarte en los de la perpetua, esos sí que la debieron hacer buena."

"¿perpetua? ¿hay almas condenadas para siempre?"

"Bueno, no se si son almas exactamente. No humanas, al menos (una vida humana no da para cagarla tanto, nos pongamos como nos pongamos). Y no estan en nuestra misma sección. Yo solo llegué a conocer a uno durante un traslado. Simpático, creo, aunque se le veía en la cara que estaba amargadisimo. Claro que es para estarlo ¿no crees?"

"¿y qué es lo que hizo?"

"Pues cagarla. Algo parecido a lo que hicieron Hsi y Ho, pero a lo grande. Vale, no tienes ni idea de quienes son Hsi y Ho ¿verdad? No te preocupes, casi ningún occidental los conoce (ni yo tampoco, cuando vivía) pero aquí nos conocemos todos. Pues Hsi y Ho eran los astronomos reales del Chung K´ang, allá en la china imperial de hace tres, no, cuatro mil años. Resulta que un día fallaron, o se olvidaron, al predecir un eclipse y el cielo se oscureció sin previo aviso. Los chinos, que para esto son muy ceremoniosos, creen que los eclipses se deben a que un dragon intenta devorar el sol y hacen ruido para espantarlo. Como este llegó sin aviso, no se pudo hacer ruido y cundió el pánico, con los destrozos, saqueos y muertes de rigor. Para terminar de estropearlo, la guardia imperial encontró a Hsi y Ho borrachos como cubas en el apartamento de uno de ellos. Así que, acusados de astronómica negligencia, fueron ejecutados con saña y su alma vino aquí durante una buena temporada. Pero ya se fueron... aunque yo conocí a un tipo (pirata, para más señas) que llegó a conocerles."

"Lo curioso es, que su historia, incluso todo el rollo del dragon y el eclipse, se corresponde con otra de cuando el universo era joven (o más joven que ahora, vaya). Al parecer, también aquí tienen sus astronomos reales, aunque su misión es un poco distinta. En lugar de vigilar y predecir el movimiento estelar, son los responsables de que se haga adecuadamente."

"¿algo así como controladores aereos o guardias municipales?"

"¿qué? Ah, sí, algo así. Bueno, pues uno de ellos también se despistó durante un eclipse. No por emborracharse pero sí por algo igual de estupido, como una apuesta o algo así. Y el dragon (bueno, llamemosle dragón, aunque creo que tiene un termino más correcto e impronunciable) apareció y se zampó un sol. Enterito. Y después profirió un eructo que debió sonar como un millar de truenos (o así habría sido, si el sonido se propagase por el espacio). El caso es que ese sol daba luz y vida a un planeta parecido al nuestro, en el que no quiero ni imaginar la cara que se les debió quedar cuando de pronto se hizo de noche y no volvió a amanecer. No se si el jefe tenía muchas esperanzas puestas en el planeta de marras (creo que ya habían pasado la etapa racionalista y debían estar en el umbral de la espacial), pero sí debía ser porque el cabreo que se pilló no fue poco. El mundo, debemos suponer que con sus teorías sociales incipientes y su ateismo predominante (cosas del racionalismo) se heló irremediablemente, y el responsable de perder el sol, condenado por toda la eternidad a hacer lo que sea que hagan en su sección. Creo que algo muy desagradable relacionado con procesos biológicos, pero de esto ya hablo de oidas. Así que ya sabes, la proxima vez que sientas ganas de quejarte de tu mala suerte que te ha traido cien añitos de nada por aquí, piensa en quienes estan aquí tan irremisiblemente que para ellos un siglo es un parpadeo, y piensa que más vale perder la vida en pecado que perder el sol. Y que afortunadamente, no hay mal que para siempre dure. Excepto en su caso, claro."

4 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Pero qué bien escribes, jodío...

Gracias por traer el texto, guapa.

Belén

11:57 p. m.  
Blogger kancerbero said...

Grande. Muy grande.

6:31 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Siempre es mejor perder la vida en pecado que conservarla sin vivirla. Un gran maullido (y mullido, por los confortable)

12:44 p. m.  
Blogger Zifnab said...

Digna costilla de tan excelso cuerpo

Da para un libro entero

y piensa que más vale perder la vida en pecado que perder el sol

Dele usted un abrazo inmenso de mi parte

Sean felices los dos

2:00 a. m.  

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