jueves, agosto 10, 2006

gotas negras


era más o menos a las dos. varíaba entre unos días y otros pero nunca más de media hora.
de pronto la ciudad se apagaba, como si contuviese la respiración, y comenzaba un murmullo lejano que se iba acercando igual que se acercaba el frescor.
después de la última desertización alguien se dió cuenta de que el ser humano necesitaba la lluvia. quizás se pudiera mantener la vida sin el proceso natural de evaporación, condensación y precipitación, quizás hubieran conseguido el equilibrio e hicieran olvidar las tormentas y las estaciones, pero necesitabamos la llúvia catártica que nos transportara al mar; al mar de cada uno, aunque fuera.
y todas las noches, desde nuestros cubículos podíamos oir como se acercaba el ronroneo de los grandes aviones que regaban la ciudad, podíamos sentir como nos pasaban por encima, casi podíamos tocarlos.
al principio la lluvia era una fiesta y mucha gente salía a bailar bajo el chaparrón que vertían de sus entrañas los enormes aviones de hélices. después se prohibió festejar la lluvia, como se prohibió todo, por nuestro bien, por nuestra supervivencia. por eso la lluvia se hizo algo íntimo que todos llevábamos en nuestros corazones.
nos habían quitado los parques, los animales domésticos, los postres, el entretenimiento y el amor, y la raza humana había seguido obstinada su paso hacia delante, pero
la lluvia no
no consentimos que nos quitaran la lluvia
y por las noches nos regaban, para apaciguar nuestra alma reseca
para llevar un poco de humedad a unos ojos que ya no sabían llorar.
todas las noches, entres las dos y las tres de la madrugada pasaban los aviones del agua; y el cielo lloraba y lloraba sin pena y los desperdicios y nuestra mala conciencia se iban por el desagüe
y con eso nos bastaba
porque no teníamos nada
entonces, no teníamos nada
excepto la lluvia.


escrito mientras escuchaba el top clásica de la increible página "el poder de la palabra"

5 Comments:

Blogger el Biter said...

Había un chiste del Forges en el que salían un labriego y un Romerales (el típico señor con gafitas y sombraro que dibuja el Forges) subidos encima de un arbol refugiándose de una riada. Para romper el hielo, el Romerales decía "este agua le debe venir muy bien al campo". Y el labriego contestaba "Vaya usté a la mierda".

Vale, como comment no es muy brillante pero es lo único relacionado con la lluvia que se me ha ocurrido... y además se que te gusta Forges ;)

2:07 a. m.  
Blogger celemin said...

Tu tambien te has dado cuenta de lo que esta pasando...

8:38 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

inquietante paisaje y delicioso post.

10:16 a. m.  
Blogger @Igna-Nachodenoche said...

Si nos quitan el amor, el agua y las lágrimas???
No podríamos hundir la tierra...¿Y nosotros con ella???
Un abrazo.

11:51 a. m.  
Blogger Zifnab said...

Pues si, pues está muy bien.

Aunque pienso que un pueblo sin lágrimas se ahoga

Se feliz

11:08 a. m.  

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