I dream of Jenna
el agua fría en mi cuerpo ardiente era una bendita sensación. me sentía en forma, atlético y bello y decidí hacer un par de largos más.
me agarré a la escalerilla de salida y casi no me dio tiempo a darme cuenta de su presencia. ella estaba allí, con sus piernas kilométricas, un pareo y un diminuto bikini.
la vi y empecé a temblar. las gotas de agua que resbalaban por mi cuerpo se volvieron auténticos témpanos. era escultural, era tan hermosa y sus ojos se clavaban en los míos detrás de sus gafas de pasta rosas con forma de corazón.
De pronto me dí cuenta de que algo no encajaba. El cielo era color rosa y las nubes estaban dibujadas como en un cómic Manga. De echo ella era como una recreación manga de su yo original. Y yo también me había vuelto un poco chino...
Subí con ímpetu las escalerillas de mi piscina y me acerqué a su cuerpo blanco. Ceñí sus curvas y atrapé sus labios con mi boca. Ella se quitó la pamela piscinera que llevaba, me cogió la nuca y me dio uno de aquellos besos, aquellos en los que me bebía, en los que me buscaba sedienta, en los que se entregaba a mí como si fuera la última vez. Mis pies se despegaron del suelo. Ella tiró de mí hacia abajo y soltó una de sus sonoras carcajadas. Luego me dio la espalda y echó a andar con mi mano entrelazada en la suya.
Me acercó a una de las tumbonas y me tumbó en ella. Con su lengua, suave y rosada, empezó a secar una a una las gotas que ufanas tachonaban mi cuerpo.
- Tenías 754 gotas - susurró en mi oído mientras rozaba mi lóbulo con sus incisivos.
- ¿Sí? - dije yo abandonándome a sus caricias.
- Si. Las he contado- me dijo. Y antes de que pudiera haberme dado cuenta mi glande estaba dentro de su boca y mis ojos se volvían en blanco. Y yo intentaba mirar el cielo rosa y me decía "es un sueño, joder, es un sueño" . Pero podía sentir el calor y la humedad de su boca, el suave cosquilleo de su lengua jugando con mi sexo, como éste empezaba a reaccionar (por su cuenta y sin tomar en consideración mis propios deseos) y se hinchaba endurecido y orgulloso, pidiendo más caricias, más calor, más saliva.
No puede evitar coger su cabeza de chico, su cabello rapado y guiar sus movimientos en mi propio disfrute, casi egoistamente, casi sin control.
El orgasmo me sobrevino en vaharadas. Sentía que mi piel estaba a punto de arder, tuve que abndonarme, tuve que rendirme y el sueño, dentro del sueño, me atacó sin piedad.
Me desperté entre sabanas blancas. Desnudo, boca abajo y ligeramente empalmado. Ella estaba poniendo hielo en unos vasos de tubo. Parecía que hacía mojitos.
- Me he dormido dentro de un sueño? Porque es evidente que sigo dormido... ¿Que hora es? - pensé mientras me disponía a mirar mi muñeca, que como el resto de mi estaba desnuda. Me paré a pensarlo y me dí cuenta de que nunca me había sentido tan desnudo, pese a que una sábana blanca me cubría de la cintura a los muslos, casi virginal, me sentía.
- ¿Has dormido bien, mi niño? - preguntó ella mientras se dirigía con los dos vasos a la cama.
Ahora llevaba de nuevo esa melena morena que tanto me enloquecía y se cubría levemente con un camisón negro de gasa transparente y una ropa interior también negra y diminuta. La muy puñetera hasta llevaba un liguero y medias con raya!
Me acercó el vaso y me ordenó:
- Bebe, estás muy deshidratado. Las olas te arrastraron a la playa y no he dejado de cuidarte durante dos días y dos noches. ¿De donde has salido, bello desconocido?
A mi me salió la sonrisa y pensé "menudo sueño raro de cojones" y antes de que pudiera contestar el vaso estaba en mi boca y aquel mojito sabía a gloria bendita y yo bebí como si llevara toda mi vida sediento y un calor extraño me invadió y ella me miró a los ojos. Cogió con sus dedos largos de uñas esmaltadas el vaso que yo sujetaba y retirándolo me besó y tras mis párpados cerrados estallaron selvas, llanuras y cascadas perdidas, fiestas en la playa y los besos robados de mis dieciséis años, cuando yo era un ave rapaz y nunca amanecía.
Y me lancé a su cuerpo como un desposeído que ha encontrad patria. Entre sábanas blancas acaricié hasta el último rincón de su cuerpo, bebí de su sexo hasta hacerla maullar de placer. La follé boca arriba, la follé boca abajo, de pie, de lado, de puntillas, del revés.
Paramos para echar un pitillo.
Nos volvimos una piel, nos amamos, nos juramos amor eterno, nos lamimos, nos adoramos.
Y yo desperté y reconocí mis sábanas blancas, mi mesita de noche, mis recuerdos, mi vida. Y mastiqué una sensación agridulce. La de saber que todo era un sueño, la de saber que no era real, la de saber que jamás sabría con certeza si volvería, si seguiría ahí al final de la punta de mis dedos... Sin saber si volvería a encontrarla, en la realidad o en mis sueños.
Y decidí dormir un poco más y ya veríamos más tarde.
1 Comments:
Me ha gustado mucho,hay talento en tus palabras.
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